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CARTAS ESCOGIDAS 67

por mi parle, no sé nada; sería muy á propósito paru deciros. que el canciller ha tomado un enjuagatorio (1). Ayer vi una cosa en casa de Mademoiselle que me causó placer. Mad. de Gevres llegó bella, encantadora y graciosa; Mad. de Arpajon estaba por cima de mi; pienso que la duquesa esperaba que la ofreciese mi sitio; pero por mi fe, yo la debía una descor- tesía desde el otro día, se la pagué al contado y no me moví. Mademoiselle estaba en la cama y Mad. de Gevres se vió obli- grada á quedarse fuera del estrado; esto es incómodo. Traen de beber á Mademoiselle, es preciso darle la servilleta. Veo á Mad. de Gevres que se quita el guante de su flaca mano; yo empuje á Mad. de Arpajon : esta me enliende y se quita el guante y con mucha gracia avanza un paso, detiene á la du- quesa y coge la servilleta y se la da á Mademonselle. La du- quesa de Gevres quedó avergonzada; había subido al estrado, se había quitado sus guantes y todo esto para haber dado la servilleta desde más cerca á Mad. Arrajon. Hija mía, yo soy mala, esto me ha regocijado; bien empleado le está. ¿Se ba visto nunca correr para quitar á Mad. de Arpajon un pequeño honor que la correspoudia naluralmente? Mad. de Puisicux se ha alegrado también. Mademoiselle no se alrevia á levantar los ojos; y yo, yo tenía una cara que no valía nada. Después de esto se me han dicho cien mil cosas buenas de vos, y Made- moiselle me ha mandado deciros que estaba muy contenta de que no os hubieseis ahogado y de que estuvieseis en buena salad. Fuimos en casa de Mad. Colbert, que me pidió noticias vuestras : he aquí terribles bagatelas, pero yo no sé nada.

Bien veis que ya no soy devota : ¡Ah! tengo mucha necesidad de las mañanas y de la soledad de Livry; yo os daría los dos libros de la Fontaine cuando estuvieseis incomodada; hay pa- sajes bonitos y otros enojosos : no se quiere jamás conten= tarse de haber hecho bien, y queriéndolo hacer mejor se bace más mal.


(2) El conciller Seguier noiba nunca al consejo sin tomar esta pre- caución.