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68 MADAMA DE SEVIGNÉ

A LA MISMA

Livry, Jueves-Santo, 26 de marzo de 1611.

Si yo hubiese llorado tanto mis pecados como he llorado por vos desde que estoy aquí, me encontraría muy bien dispuesta para hacer mis pascuas y mi jubileo. He pasado aquí el tiempo que había resuelto, de la manera que lo había imaginado á excepción de vuestro recuerdo que me ha atormentado más de lo que yo había previsto. Es una cosa extraña, una imaginación viva que representa todas las cosas como si todavía existiesen; sobre esto se piensa al presente, y cuando se tiene el corazón como yo le tengo, se muere. Yo no sé dónde esconderme de vos : nuestra casa de París me abruma siempre, y Livry me acaba. En cuan'>á vos, sólo por un exceso de memoria pensáis en mí; la Provenza no está obligada á presentarme ante vos, como estos sitios deben presentaros ante mí. Yo he encontrado dulzura en la tristeza que aquí he tenido; una gran soledad, un gran silencio, oficios tristes, las tinieblas cantadas con de- voción, un ayuno canónico y una belleza en estos jardines de la cual quedaríais encantada. Todo esto me ha agradado. No había estado jamás en Livry durante la Semana Santa. ¡Ah! ¡Cuánto os he deseado! Por poco que os guste la soledad, hu- bierais estado contenta de ésta, pero yo me vuelvo á París por necesidad; allí encontraré cartas vuestras y quiero ir mañana á la Pasión del P. Bourdaloue ó del P. Mascaron. Yo he hon- rado siempre las bellas Pasiones. Adiós, mi querida hija, aca- baré ésta en París ; ved lo que tendréis de Livry : si yo hubiese tenido la fuerza de no escribiros y de hacer un sacrificio á Dios de todo lo que allí he sentido, esto solo valdría más que todas las penitencias del mundo; pero en lugar de hacer un buen uso de ellas, he buscado consuelo en hablaros. ¡Ab, hija vía! ¡Qué débil y miserable es esto 1


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