de la argumentación, todas las sendas del debate; se opone á todas las objeciones hechas ó por hacer, y llega sin fatiga a la peroración, para desplegar las guerrillas de su elocuencia contra todos los puntos vulnerables de la sensibilidad de su auditorio.
Eü punto á la elocución del Dr. Goyena, la creo aplicables dos frases suyas, relativas á los Dres. Rawson y Quintana.
De este dijo: «dan encanto á sus discursos, uua fácil, clara y brillante elocución, y la rotunda abundancia de sus períodos, siempre terminados de un modo admirable».
Y del Dr. Rawson: «la palabra mana de sus lábios, como un raudal cristalino donde las ideas se reflejan en la variedad inagotable de sus formas y matices.»
Goyena, como Estrada, es el vir bonus que encarnaba la honradez y la elocuencia en la oratoria antigua.
Y ambos representan las aspiraciones del partido católico en la Cámara de Diputados.
De un partido organizado en pié de guerra, desde los célebres debates sobre la enseñanza laica.