Ni sus exposiciones pecan de esa desnudez que inspira la repugnancia intelectual del fastidio.
La frase concisa suele ser de gran efecto oratorio. Para ello se requiere, ó la tensión magistral de la palabra de Estrada, ó la delicadeza de los conceptos de Avellaneda.
La suntuosidad oratoria también exige medios análogos á los que vigorizan la frase del doctor Leguizamón.
Y para que no fastidien los detalles de una exposición sin condimento literario, menester es salpicarla con los excitantes de un sprit railleur.
Inspirado como Gallo, persuasivo como Del Valle, y dialéctico como Estrada, el doctor Goyena diluye sus exposiciones en la melopea de sus párrafos deslumbradores.
Al escucharlo, se percibe inmediatamente lo que vá de un orador aguerrido á un recluta de la palabra.
Se necesita la destreza del talento práctico para manejar simultáneamente la fácil y copiosa verbosidad de Goyena, la inflexible lógica de su criterio y la sólida preparación en que asienta sus raciocinios.
Recorre, sin mengua del estilo y sin estravio