saludable, siendo de lamentar que, en el discurso que tantas tormentas sublevó, el doctor Leguizamón se apartase de las cumbres que siempre le fueron predilectas, en punto á examinar hechos y aplicar principios.
¿Por qué no dejó todo el peso de la argumentación judicial al doctor Posse, que cuando no vuelve negro lo blanco, por lo menos lo deja overo?...
¿A qué se apeó del Olimpo de sus habituales puntos de vista, adoptando la mitológica metamórfosis de cisne oratorio de una Leda juarista?...
¡Cómo no habian de estallar tormentas, cuando quedaban los rayos en poder de Juno, pariente de la opinión, y con la cual el distinguido Diputado observó siempre las formas de una conceptuosa entente conyudal!
Pero basta: no es mi objeto estudiar al hombre público, sino como ocupante de una banca parlamentaria.
Necesito apenas el enlace de los antecedentes políticos que se relacionan con la actitud contemporánea del doctor Leguizamón.
Mas interesante es su colaboración en las comisiones del Parlamento, á las que presta no escaso concurso con las luces de su erudición