Tagle oido, ó por lo menos trascrito taquigráficamente en La Nación ó en el Diario de Sesiones.
Pero el Tagle orador, es cosa que capítulo aparte merece.
Al revés de los demas oradores, á Tagle le pasa que solo lo escucha quien interés tiene en oirlo.
Los empleados de las reparticiones nacionales siguien fielmente el turno que corresponde á sus sueldos en la «órden del día» para asistir al debate en que el miembro informante de la Comisión de Presupuesto fundará la justicia de tal aumento, y la necesidad de cual nuevo destino.
Los oficiales francos y de la guarnición hacen un paréntesis á las caprichosas combinaciones callejeras de los tiros de sus miradas y los de sus tizonas, para no perder una sola suerte de lidia entre el Ministro de Marte y el primer espada de la cuadrilla financiera de la Cámara.
Y los apoderados, amigos y parientes (por órden de interés) de las pensionistas civiles y militares, no pierden una sola frase de las sacramentales del Periquito Sarmiento que abre