afecciones, y aun su comodidad y fortuna, en pró del credo electoral á que consagró sus valiosos esfuerzos.
Un carácter de ese género, dotado además de la astuta sagacidad que consiste en limitar las aspiraciones propias para no estorbar el desarrollo de otras personalidades, semejante carácter tiene que abrirse amplio camino, y adelantar con firme paso en su carrera política.
Será de lamentar que Eudoro Avellaneda no dé trabajo á los taquígrafos con su voz débil pero bien entonada.
No haria discursos, no hablaría mejor que Marcos; pero como este, sabria injertar en el debate mas corpulento, un gajo de fructífero sentido práctico.
Ministro del Gobernador Paz en Tucumán, cuando daba tregua á su imaginación siempre fecunda en combinaciones políticas, se ocupaba con esmero de los asuntos administrativos, y sin implantar reformas radicales, supo dar impulso eficaz á los ramos oficiales mas decadentes de su Provincia.