no es posible decirlo, sino se experimenta como nosotros lo hemos experimentado por nuestros pecados: pues nos han puesto en harto estremo, como el señor don Juan dirá bien; pues que, escribiéndoles nuestro general como estaba perdido, muriendo de hambre entre infieles, y con tanto riesgo, y como él no iba á mercadear, sino que iba en servicio de su Magestad, el regalo que le hicieron fué prender á los mensajeros, y hasta agora los tienen en un calabozo. Y últimamente, estando en este puerto, con los trabajos y riesgos que dirá el señor don Juan, y ellos tan vecinos, no sólo nos dejan padecer, pero si hay algunos bien intencionados, les tienen vedado el comunicarnos, ni darnos nada, no sólo con penas temporales, sino espirituales que verdaderamente considerar esta crueldad, y mas quien como nosotros hace experiencía della, agota la paciencia. Dios nos la dé y remedio por su misericordia, porque estos infieles es la gente que mas estragada tiene la luz natural, de cuantos hay en el mundo: y así, para tratar con ellos, es menester ángeles y no hombres. Y pues, van Historiadores de lo que por acá pasa, no me deterné en esto; sólo digo; para que se entienda en que tierra estamos, que es el verdadero reyno del Demonio; y donde parece que con todo imperio gobierna, y así, cada Sangley parece que le trae revestido, pues no hay malicia, ni engaño que no intentan. El gobierno, aunque en lo esterior, y con toda su orden y modo parece bueno en orden á su conservacion, pero experimentada la práctica, es todo traza del Diablo; y aunque aquí no roban y saltean á los forasteros públicamente, hácenlo por otro modo peor. El señor don Juan ha trabajado mucho, y cierto se le debe agradecimiento, pues ha hecho una cosa tan dificultosa (que dicen los Portugueses) que solo o Demo, ó él lo podían haber hecho; aunque es verdad, que le cuesta (segun he entendido) al pié de siete mil pesos, y el riesgo en que se ha visto; porque le han
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