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Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/186

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dueños de todo, tratando las cosas del reyno, tan sin respeto del rey Prauncar, que últimamente tambien le mataron[1]; con que de nuevo se levantaron, y alborotaron las provincias, tomando cada uno lo que podía, siendo todo confusion y mayores revueltas que había antes habido[2].

El presidio de los Españoles que quedó en la Caldera, cuando don Juan Ronquillo sacó el campo del río de Mindanao, estuvo á cargo del Capitan Villagra, por la muerte del Capitan Juan Pacho de Joló, y padecía necesidad de bastimentos; porque ni los del rio se los podían dar á los Españoles, ni los Joloes se los proveían, por estar declarada la guerra con ellos; y así, hacían instancia al gobernador don Francisco Tello, para que socorriese aquel presidio de bastimentos, soldados y municiones, ó los mandase retirar á Manila (que era lo que mas deseaban) pues allí no se les seguía otro fruto particular, que padecer hambre, y estar encerrados en aquel fuerte, sin tener á do buscar la vida. El gobernador, viendo la instancia que en ello se hacía, y hallándose con poca sustancia de dineros en la caja real, de que proveer el dicho presidio, y con que mantenerlo; y por la misma razon se dilataba el castigo, que se había de ir á hacer á los Joloes, por los delitos que habían cometido contra los Españoles, y su alzamiento, y que el volver sobre las cosas de Mindanao iba muy á la larga, se inclinó á escusar el trabajo y cuidado, en mantener y sustentar el presidio de la Caldera; y para hacerlo con honesta disculpa, lo consultó á la audiencia y otras

  1. Este débil rey, animado de la buena voluntad y dotado de una inteligencia de las más limitadas que Dios concedió á los reyes, no podía hacer su papel mejor de lo que lo hizo.
  2. Todo esto se hubíera evitado, si hubiesen dejado al enérgico Anacaparan reinar en paz en el país que libertó, y en la tranquilidad de los Laos á la familia del pusilánime rey Prauncar. Pero el meterse en negocios ajenos para revolverlos, es vicio común á los hombres: á rio revuelto, ganancia de pescadores, dice un refrán español.