Furtado de Mendoza, entretanto que se juntaba su armada de las galeotas y fustas, y otros navíos, que se le habían derrotado en el viaje, y le venía socorro, que había enviado á pedir á la fortaleza de Malaca, detenerse en Amboino (que es ochenta leguas de Maluco) en pacificar la isla, y algunas poblazones de su comarca, y reducirlas á la corona de Portugal, en que se ocupó mas de seis meses, habiendo tenido refriegas con los enemigos, y rebelados, de que siempre salió victorioso, y sacó el fruto que había pretendido, dejándolo todo reducido y pacífico; pero, viendo que sus navíos no le venían, ni de Malaca le llegaba el socorro que pidiera, y que le era forzoso pasar á Terrenate, que era la causa principal á que había sido despachado; para la cual se hallaba con menos gente de la que había menester, y gastadas la mayor parte de municiones y bastimentos que había traido, determinó de enviar al gobernador de las Filipinas, á hacerle saber su venida con aquella armada, y lo que había hecho en Amboino, y como había de pasar sobre Terrenate, y que por habérsele derrotado parte de sus navíos, y detenídose en aquellas empresas tantos meses, venía con menos gente de la que quisiera, y necesitado de algunas cosas; especialmente, de bastimentos, pidiendo al gobernador, que pues aquella causa era tan importante, y tan del servicio de su Magestad, y en que se había gastado tanta suma de la real hacienda de la corona de Portugal, le favoreciese y socorriese, enviándole bastimentos y municiones, y algunos Castellanos para la empresa, y que todo esto estuviese en Terrenate para Enero de seiscientos y tres, que ya estaría sobre aquella fortaleza, y les vernía el socorro muy á tiempo. Este recaudo con sus cartas para el gobernador y para la audiencia, envió á Manila un navío á la ligera, desde Amboino, con el padre Andre Pereira, de la Compañía de JESVS y con el capitan Antonio Fogoza que consigo traía. Hallaron en Manila al gobernador don Pedro de Acuña
Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/248
Apariencia