le ahorre por lo que fuere justo[1], y este precio se trata y modera por personas, segun la calidad de la esclavonía, Saguiguilir ó Namamahay, medio esclavo, ó cuarta parte esclavo; pero si es esclavo entero, no puede ser compelido el señor, á que lo rescate ni ahorre por ningun precio.
Entre los Naturales, el precio comun de un esclavo Saguiguilir suele ser: cuando mucho diez taes de oro bueno, que valen ochenta pesos[2], y si es Namamahay la mitad, y á este respeto los demas, teniendo consideracion á la persona y edad.
No hay principio cierto, de do procediesen entre estos Naturales estas esclavonías, porque todos son de las islas, y no forasteros; entiéndese que los hicieron en sus guerras y diferencias, y lo mas cierto es, que los que mas podían, hacían y tomaban por esclavos á los otros, por ligeras causas y ocasiones; y las mas veces, por empréstitos y contratos usurarios, que entre ellos corrían, creciendo con la dilacion la paga, la suerte, y deuda, hasta quedar por esclavos; y así, todas estas esclavonías tienen principios violentos é injustos, y sobre ellas son los mas pleytos, que hay entre los Naturales, con que ocupan los jueces en el fuero esterior, y á los confesores, en el de la conciencia[3].
- ↑ Porque la mitad libre tenía derechos de hombre libre. Prueba también de que las leyes no eran tiranas, á pesar de ser rigurosas, la costumbre de hacerse cargo de los derechos de la mitad libre, y no del degradamiento de la mitad esclavo.
- ↑ Dasmariñas, sin embargo, obligó á que los encomenderos no pagasen por los esclavos comprados por fuerza, más de dos taes de oro (véase nota 2, pág. 29).
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Esta clase de esclavos existe aún ahora en muchas partes y sobre todo en la provincia de Batangas, pero hay que confesar que su condición es muy diferente de la del esclavo en Grecia y Roma, de la del negro, y aún de los que posteriormente hicieron los Españoles.
Gracias á su condición social y á su número en aquel tiempo, la dominación española encontró tan poca resistencia, y los principales filipinos perdieron fácilmente su independencia y libertad: el pueblo, acostumbrado al yugo, no les iba á defender del invasor ni iba á luchar por libertades de que jamás gozaron; para él era un cambio de amos; los nobles, acostumbrados á tiranizar por la fuerza, tenían que aceptar la tiranía extranjera, cuando se presentaba más