se ofrecía hacer la jornada y navegacion á ellas en su nombre, descubriendo el viaje, por parte de la demarcacion que á Castilla le pertenecía, valiéndose de un famoso Astrólogo y Cosmógrafo, llamado Ruyfarelo que consigo tenía[1].
El Emperador (por la importancia del negocio) dió á Fernando de Magallanes este viaje y descubrimiento, con los navíos y recaudo que para ello convino, con los cuales salió y descubrió el Estrecho á que puso su nombre; por donde pasó á la mar del Sur, y navegó á las islas de Tendaya y Sebú, donde fué muerto por los Naturales de Matan[2], que es una de ellas, pasaron
- ↑ Ruy Falero no pudo ir en el viaje.
- ↑ Maktan ó Mactan. Habiéndose dicho cosas tan raras acerca de la muerte de Magallanes, y habiéndose atribuido su muerte hasta á la traición y al veneno, sin dejar de exagerar el número de sus enemigos, creemos deber traer aquí el pasaje en que Pigafetta, un
partición en el meridiano distante 100 leguas (de 17 1/2 al grado) al occidente y al sur de cualquiera de las islas de Cabo Verde (quæ linea distet a qualibet insularum, quæ vulgariter nuncupantur de los Azores et Cabo Verde centum leucis versus Occidentem et Meridiem); según el arreglo del 20 de junio de 1494 en que alejaban dicho meridiano hasta 370 leguas al O. de las mismas islas, y según la cesión que hizo Carlos V de todos sus derechos con respecto á las islas del Poniente en favor de la corona de Portugal, Filipinas no debería pertenecer á España. En efecto, aun tomando por punto de partida São Antão, la isla más occidental del grupo, la línea de partición caería á los 47°30′ long O, Green., y las conquistas de España sólo podrían extenderse hasta los 132°30′ long E., ó sea hasta las islas Palaos. Esta Bula, lejos de prevenir conflictos, como algunos pretenden, los fomentó hasta cierto punto, pues, apoyándose en ella y en los pocos conocimientos geográficos de entonces, cada nación pretendía estar en su derecho para la posesión de las ricas islas del Maluco y de las Filipinas, suscitándose aquellas tristes luchas que se registran en los viajes de Magallanes, Del Cano, Loaysa, Álvaro de Saavedra, Villalobos y hasta en el del mismo Legazpi, en los que por medio siglo se ensangrentaron aquellos mares, arrastrando en sus luchas fratricidas á los habitantes de los Archipiélagos; todo lo cual acaso se hubiera evitado, si hubiese existido el derecho primi occupantis. Esta Bula tuvo la suerte de las otras; naciones protestantes poseen ahora la India y el Maluco, y el Papado, que incitaba á los Príncipes católicos para que despojasen de sus dominios y de su libertad á reyes y pueblos extraños y desconocidos, por el mero hecho de ser infieles, sin ser obligado ni solicitado por nadie (de nostra mera liberalitate), ahora se encuentra despojado por Príncipes, también católicos, y reducido su dominio á un dominio de nombre, como los reyezuelos de las islas conquistadas. Justicia de la Historia: ¡también hay Dios para los Papas!