la ejecucion, la pusieron por obra aquella misma noche al cuarto de la modorra, cuando sintieron que los Españoles dormían; y á la señal que uno hizo, á un mismo tiempo, todos se pusieron las camisas, y encendieron las candelas, y con sus catanas[1] en las manos, arremetieron á un punto á los que hacían la guardia, y á los que dormían en las ballesteras y arrumbadas, y hiriendo y matando, se alzaron con la galera, habiendo pocos Españoles escapado, unos á nado, que salieron á tierra, y otros en el esquife de la galera que estaba por popa. El gobernador, cuando sintió el ruido dentro de la cámara, entendiendo que la galera garraba, y que la chusma abatía la tienda, y tomaba los remos, salió á priesa del cuidado, y descubierta la cabeza por el escotillon de la cámara, aguardábanle allí algunos Chinos, y con una catana le partieron la cabeza[2]: cayó así herido por la escalera dentro de la cámara; de donde, dos criados que dentro tenía, le
- ↑ Katana en japonés significa sable.
- ↑ El P. Colin dice en la pág. 146 que en la misma noche del fracaso, en la Portería del convento de S. Agustín desta ciudad amanece hendida la pared en que estaba retratado el Gobernador por la misma parte de la cabeza que le hendieron los matadores. El P. Gaspar de S. Agustín, mencionando el mismo hecho, añade: la cual señal vi yo… y más abajo nos cuenta que un soldado fué trasportado por las brujas, de Manila á Méjico, por lo que se llegó á saber allá el hecho aquel mismo día. El soldado fué después remitido á Manila por la Santa Inquisición, según se lo contaron los que aseguraban haberle conocido. Morga, acaso por no dar crédito á tales hechos, no sólo no los menciona, sino que dice terminantemente más adelante (p. 37), que no se supo la nueva hasta que vino D. Juan de Velasco por el mes de noviembre de 1594, esto es, 13 meses después. Estas cosas no son de extrañar, porque á juzgar por los libros escritos entonces, sucedían muchos milagros por aquella época; las cosas más sencillas se reputaban por maravillosas, siendo lo maravilloso más creíble que lo natural, tratándose sobre todo de las cosas de la fe.
bien, pretendieron alzarse. Pero creemos que unas y otras causas pudieron contribuir á este alzamiento; no había derecho de obligarles á remar en las galeras á estos Chinos, que sólo iban á Manila á comerciar ó dedicarse á oficios y profesiones. Sin embargo, esto contradice el concepto de pacienzudos de que gozan; los Filipinos han sido mucho más sufridos, porque, á pesar de haber sido varias veces obligados á remar, jamás se sublevaron.