Página:The Velveteen Rabbit.djvu/35

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por poder saltar como hacian estos conejos.

El conejo extraño dejó de bailar y se acercó bastante. Llegó tan cerca esta vez que sus largos bigotes rozaron la oreja del Conejo de Peluche, y luego arrugó repentinamente su nariz y aplanó sus orejas y saltó hacia atrás.

"¡Él no huele bien!" exclamó. "¡Él no es un conejo en absoluto! ¡No es real!"

Soy Real!" dijo el pequeño Conejo. "¡Soy Real! ¡El Niño lo dijo!" Y casi comenzó a llorar.

Entonces hubo un sonido de pasos fuertes y el niño pasó corriendo cerca de ellos y con un paso firme y con un destello de rabos blancos los dos extraños conejos desaparecieron.

"¡Regresen a jugar conmigo!" llamó el pequeño Conejo. "¡Oh, vuelvan! ¡ que soy Real!"

Pero no hubo ninguna respuesta, sólo las hormiguitas corrían de ida y vuelta y los helechos se mecían suavemente en donde habían pasado los dos extraños. El Conejo de Peluche se quedó solo.

"¡Oh, amigos!" pensó. "¿Por qué se fueron así? ¿Por qué no se quedaron a hablar conmigo?"

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