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POLÍTICA DOMÉSTICA 99

enseña á sacrificar algunos de sus placeres al bienes- tar ajeno; pero esta enseñanza no es siempre fácil, porque el egoismo de la infancia no comprende que se tome el pedazo más pequeño, cuando se puede tomar el mas grande; que se ceda un sitio bueno, para ocupar uno malo; que se deje hablar á otro, cuando se tiene algo que decir. Desde esta perso- nalidad tan ingenua hasta las costumbres verdadera-


mente hospitalarias hay mucha distancia; para pasar de la una á las otras, la educación debe seguir un orden gradual.

La dádiva es la primera muestra de cortesanía, accesible para las inteligencias infantiles; de aquí la conveniencia de que los padres den limosnas por ma- no de su pequeña prole. Después de esto, el niño que, por efecto de su vibrante simpatía, ha llegado á participar de la satisfacción que la persona nece- sitada y favorecida experimenta, pronto se dispone á ceder una parte de lo que él considera de su propie- dad; y no tardará en cederla entera, si concibe la esperanza de aliviar miserias que le hacen sentir viva compasión.

Cuando ha llegado á ese punto, se le puede de- mostrar, por maneras diversas, que no basta socorrer á los desgraciados, sino que también es necesario esmerarse por ser agradable á todo el mundo. Para ello la mejor demostración es el ejemplo, porque el