62 POLÍTICA DOMÉSTICA
el fondo de su corazón—sin comunicar ni aun á sin familia—cualquier concepto desfavorable que su marido le merezca.
La esposa debe cubrir con el velo de la discre- ción los defectos que el esposo manifieste en la in- timidad, y no acusarlos ante un tribunal, ordinaria- mente parcial, que puede ser recusado.
Con razón se indigna el marido que es el objeto de— una inquieta vigilancia que le observa cuidadosa- mente todas las imperfecciones de su carácter, para hacer de ellas asuntos de conversaciones poco bené- volas; y nada 1e irrita tanto como el ver que los pormenores de su vida privada sirven de alimento á la curiosidad de la suegra ó de cualquier otra perso- na. Su ánimo se exaspera contra la idea de esas traiciones repetidas sin cesar, y la confianza que él debe tener en su mujer no resiste mucho tiempo se- mejante género de pruebas.
Quéjase ella del poco ascendiente que tiene para con su marido, y no reconoce que con sus frecuentes. imprudencias hace todo cuanto puede contribuir á debilitar ese ascendiente.
El marido repugna que sus faltas, sus cuestiones