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reclutando reemplazantes para cubrir las «bajas» que la muerte abrió en el famoso regimiento.

Ya fray Beltrán capitán de Maestranza, le había recomendado por su conducta ejemplar al general en jefe, á quien no era un desconocido su hermano de cuna. Entonces por tercera vez insistió, solicitando la «baja», pues que su vocación primitiva le atraía á la vida claustral, pareciéndole que la campanita de su adea le llamaba, sobresonando á través de las cornetas del campamento.


III

Escandalizado al oír comentar en los fogones la noche de Chacabuco, que cruzara entre los gritos y lamentos de los heridos arrastrándose hasta la rueda de sus compañeros, hizo un voto prometiéndose asimismo de imitar, no el ejemplo de fray Félix, que se arremangaba el hábito tinto en sangre para proseguir matanza, sino de colgar la espada, cuando la guerra de la Independencia terminara, y propagar bajo el hábito seráfico los principios de caridad cristiana y de humanidad aún en la guerra, socorriendo al caído, y procurando cerrar mayor número de heridas que las abiertas por los corvos famosos de su regimiento.

Así procedió. Después de Maipú, cuando los