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lo echan todo á perder. No bien acabamos con el fanatismo de los frailes, nos impusieron los caudillos de poncho, aunque dice el manco Paz que los caudillos de frac son peores. Nos llega á su turno numerosa tribu de doctorcitos pastores, que se han dado á fabricar por ristras leyes rurales sobre los que no entienden.

Y dejando caer por un momento la hoja, agregó una tarde don Emeterio de la Llave:

— ¡Vean, vean, cómo andan las cosas! Bien se dijo la otra noche en la Cámara que al último Rector jesuita, se le ha puesto recuperar los terrenos adyacentes á la antigua Chacarita de los Colegiales, en que Munita tragina con los ayunos de éstos. Oigan: «Diablura ingeniosa: Esta mañana, los madrugadores del barrio de El Nacional, formaban corro frente á la ventana del Rector del Colegio Seminario, Canónigo don Eusebio Agüero, sobre la que flotaba una ancha sábana blanca, que todos veían, menos él, resaltando entre cuatro calaveras, pintadas en sus extremidades, el esqueleto de un estudiante escuálido, muy flaco, cuya boca exclamaba: ¡Socorro! ¡Socorro! que nos morimos de hambre!

¡Pobres colegiales! Aún muy tarde se apeñuscaban los curiosos paseantes, hasta que el Jefe de Policía don Cayetano Cazón, entró á denunciar el cartel, para que lo descolgaran. El