En ese momento, que era la primera hora de la tarde, se asestaban sobre aquel centro anteojos de cuatro daguerreotipos, y el clisé conservado por el hábil fotógrafo Pozzo, reprodujo con fidelidad la viva escena de aquel instante solemne y conmovedor...
Al pasar el tren rápidamente sobre el elevado puente del Once de Septiembre, un compadrito de clavel en la oreja, cruzó al galope debajo de aquél, golpeándose la boca y dando vivas.
En esa plaza de frutos del país doscientas carretas vacias abrían sus negras bocas al cielo, con sus pértigos en descanso, como á la funerala, vencido el buey por el vapor; y cuando algo más adelante una paisana, después de encender dos velas á la Virgen de Lujan, salió de su rancho agitando la bandera de la patria y vivando, la banda de música del 2° de línea, mandado por el Teniente Coronel Emilio Mitre, contestó á la espontánea manifestación tocando la marcha de Lavalle.
Siguió á ésta otra escena menos estruendosa, pero más característica. Un viejo paisano que venía entrando entre nubes de polvo con su tropa de ganado á los corrales, se desmontó é hincándose sobre el pasto persignó al pasar la locomotora.
El padrino de La Porteño, Obligado, que viajaba en el tren de honor al lado del Gobernador,