Página:Tradiciones argentinas Primera serie.djvu/267

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 264 —

estamos entre jugadores de mala fe, donde al primero que se agacha, achácasele la desaparición de la moneda que rodó.

— Si el Jefe lo hubiera impuesto, — agregó un tercero, — no vacío la faltriquera. Mera sospecha, deprime. Pero ha sido tan espontáneo el movimiento general, que corajudo debe ser resistiendo la corriente, bien que no pudo evitar le salieran los colores á la cara.

— ¡Al fin nuevo! — dijo el más antiguo. — Sabe Dios de dónde viene. Estos oficialitos que exporta el Colegio Militar, llegan al ejército con más humos que locomotora, echando planes y planos sobre el papel, antes de haber acostumbrado la mano al sabor del sable, y aprender á tirar tajos y reveses, en vez de líneas curvas y rectilíneas que nunca dieron el resultado de una carga á fondo.


••• ••• ••• ••• ••• ••• ••• ••• ••• ••• ••• ••• •••


Los días pasaban y la tabaquera de cocodrilo exornada con labores no aparecía. No que alguno de esos anfibios de laguna inmediata se la hubiera tragado. El subteniente continuaba retirándose el primero, apareciendo el bultito sospechoso en el bolsillo. Los concurrentes empezaban á retirar asientos del suyo, haciéndole el vacío hasta dejarle aislado en el extremo de la mesa.

Al distanciamiento de compañeros, siguió agregando el de la palabra. Algunas manos ya no