en un navío que por el estrecho de Magallanes vino al Callao. Las indios dieron á esta plaga de dañinos inmigrantes el nombre de hucuchos, que significa salidos del mar. Afortunadamente el español Montenegro había traído gatos en 1537, y es fama que D. Diego de Almagro le compró uno en seiscientos pesos. Los naturales, no alcanzando á pronunciar bien el mizmiz de los castellanos, los llamaron michitus.
Y aquí, por vía de ilustración, apuntaremos que en los primeros veinte años de la conquista el precio mínimo de un caballo era de cuatro mil pesos, trescientos el de una vaca, quinientos pesos el de un burro, doscientos el de un cerdo, ciento el de una cabra ó de una oveja y por un perro se daban sumas caprichosas. En la víspera de la batalla de Chuquinga ofreció un rico capitán á un soldado diez mil pesos por su caballo, propuesta que el dueño rechazó con indignación, diciendo: «Aunque no poseo un maravedí, estimo á mi compañero más que los tesoros de Potosí.» Habiendo gran escasez de vino, á punto tal que en 1555 se vendía la arroba en quinientos pesos, Francisco Carabantes trajo de las Canarias losprimeros sarmientos de uva negra que se plantaron en el Perú. En el pago de Tacaraca, en Ica (escribía Córdova y Urrutia en 1840) existe hoy mismo una viña de uva negra, que se asegura ser una de las plantadas por Carabantes, la cual da hasta ahora muy buena cosecha. ¡Injusticias humanas: Los borrachos bendicen siempre al padre Noé, que plantó las viñas, y no tienen una palabra de gratitud para Carabantes, que fué el Noé de nuestra patria.
Obtenido pan y vino, hacía falta el aceite. Probablemente lo pensó así D. Antonio de Ribera, y al embarcarse en Sevilla en 1559 cuidó de meter á bordo cien estacas de olivos.
D. Antonio de Ribera fué en Lima persona de mucho viso, como que tenía escudo de armas en el que había pintados dos lobos con dos lobeznos en campo de oro, Casado con la viuda de Francisco Martín de Alcántara, hermano materno del marqués Pizarro y que murió á su lado defendiéndolo, trájole ésta una pingüe dote. Tomó gran participación en las guerras civiles de los conquistadores, y después de la rebeldía de Girón, marchó á España en 1557 con el nombramiento de procurador del Perú.
Ribera fué dueño de la espaciosa huerta que conocemos en Lima con el nombre de Huerta perdida. Posefa una fortuna de trescientos mil duros, adquirida haciendo vender por sus mitayos higos, melones, naranjas, pepinos, duraznos y demás frutas desconocidas hasta entonces en el Perú.
La primera granada que se produjo en Lima fué paseada en procesión en el anda en que iba el Santísimo Sacramento, y dicen que era de fenomenal tamaño.
Desgraciadamente para Ribera, la navegación, llena de peligros y con-