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Tradiciones peruanas

«Muy magnífico y reverendo señor: Sabido he que vuesa paternidad me hace más guerra con su lengua, que no los soldados con sus armas.

Merced recibiré que haya enmienda en el negocio, porque de otra manera, dándote Dios victoria, forzarme ha vuesa paternidad que no mire nuestraamistad y quien vuesa paternidad es, cuya muy magnífica y reverenda persona guarde. De este mi real de Pachacamac.—Besa la mano de vuesa paternidad su servidor.—Francisco Hernández Girón.) Una observación histórica. El alma de la conjuración fué siempre Rada, y Almagro el Mozo ignoraba todos los planes de sus parciales. No se le consultó para el asesinato de Pizarro, y el joven caudillo no tuvo en el más parte que aceptar el hecho consumado.

Preso el alcalde Velázquez, consiguió hacerlo fugar su hermano el obispo del Cuzco fray Vicente Valverde, aquel fanático de la orden dominica que tanta influencia tuvo para la captura y suplicio de Atahualpa.

Embarcáronse luego los dos hermanos para ir á juntarse con Vaca de Castro; pero, en la isla de la Puna, los indios los inataron á flechazos junto con otros diez y seis españoles. No sabemos á punto fijo si la Iglesia venera entre sus mártires al padre Valverdo.

Velázquez escapó de las brasas para caer en las llamas, Los caballeros de la capa no lo habrían tampoco perdonado.

Desde los primeros síntomas de revolución, Antonio Picado se escondió en casa del tesorero Riquelme, y descubierto al día siguiente su asilo, fueron á prenderlo. Riquelme dijo á los almagristas: «No sé dónde está el Sr. Picado,» y con los ojos les hizo señas para que lo buscasen debajo de la cama. La pluma se resiste á hacor comentarios sobre tamaña felonía.

Los caballeros de la capa, presididos por Juan de Rada y con anuencia do D. Diego, se constituyeron en tribunal. Cada uno enrostró á Picado el agravio que de él hubiera recibido cuando era omnipotente cerca de Pizarro; luego le dieron tormento para que revelase dónde el marqués tenía tesoros ocultos; y por fin, el 29 de septiembre, le cortaron la cabeza en la plaza con el siguiente pregón, dicho en voz alta por Cosme Ledesma, negro ladino en la lengua española, á toque de caja y acompañado de cuatro soldados con picas y otros dos con arcabuces y cuerdas encendidas: «Manda su majestad que muera este hombre por revolvedor de estos reinos, é porque quemó é usurpó muchas provisiones reales, encubriéndolas porque venían gran daño al marqués, é por que cohechaba é había cohechado mucha suma de pesos de oro en la tierra.

El juramento de los caballeros de la capa se cumplió al pie de la letra.

La famosa capa le sirvió de mortaja á Antonio Picado.