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Ricardo Palma

hermano del virrey, que influía poderosamente en el ánimo de D. García.

La compañía de Jesús hostilizaba al arzobispo porque éste desechó la pretensión de los padres de ejercer jurisdicción, no sólo sobre la parroquia del Cercado, sino también sobre la de San Lázaro. A esta influencia y á la queja que abrigaba el virrey contra el arzobispo, por haber desatendido su empeño para que alzase la excomunión á Ortiz de Zárate, se habían añadido quisquillas de ceremonial ó etiqueta en las fiestas de la catedral.

El marqués de Cañete vió en la colocación del escudo un agravio al patronato del monarca; y en el acto envió un capitán con soldados y albañiles para romper el heráldico adorno. El pueblo se arremolinó para impedirlo, pero la tropa dejó en breve la calle expedita de bochincheros y el mandato del virrey quedó cumplido.

La población se dividió en dos bandos: uno por el arzobispo, y éste era el mayor, y otro por el virrey y el monarca. Al fin, y para devolver la tranquilidad á los ánimos inquietos, se recibió en Lima una real cédula de Felipo II, García Hurtado de Mendoza, octavo virrey del Perú fechada en Madrid el 20 de mayo de 1592, la cual dice en conclusión:

«Marqués de Cañete, mi visorrey, gobernador y capitán general de esos reinos del Perú..... Os mandamos que dejéis el gobierno y administración de dicho colegio seminario á la disposición del arzobispo y también el hacer la nominación de colegiales, conforme á lo dispuesto en el santo concilio de Trento y en el que se celebró en esa ciudad de los reyes el año pasado ochenta y tres. Y asimismo que en las casas de dicho colegio pueda poner sus armas, si quiere, con tal que también se pongan las mías en el más preeminente lugar, en reconocimiento del patronato universal TOMO I Jhenn o 12