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Tradiciones peruanas

tomasen incremento las turbulencias de Oruro y mantener á raya al cuzqueño Juan Santos, que se había proclamado inca.

No fué tan feliz con los almirantes ingleses Vernon y Jorge Andson, que con sus piraterías alarmaban la costa. Haciendo grandes esfuerzos é imponiendo una contribución al comercio, logró el virrey alistar una escuadra, cuyo jefo evitó siempre poner sus naves al alcance de los cañones ingleses, dando lugar á que Andson apresara el galeón de Manila, que llevaba un cargamento valuado en más de tres millones de pesos.

Bajo su gobierno fué cuando el mineral del Cerro de Pasco principió a adquirir la importancia de que hoy goza, y entre otros sucesos curiosos de su época merecen consignarse la aurora boreal que se vió una noche en el Cuzco, y la muerte que dieron los fanáticos habitantes de Cuenca al cirujano de la expedición científica que á las órdenes del sabio La Condamine visitó la América. Los sencillos naturales pensaron, al ver unos extranjeros examinando el cielo con grandes telescopios, que esos hombres se ocupaban do hechicerías y malas artes.

A propósito de la venida de la comisión científica, loemos en un precioso manuscrito que existe en la biblioteca de Lima, titulado Viaje al globo de la luna, que el pueblo limeño bautizó á los ilustres marinos españoles D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa y á los sabios franceses Gaudín y La Condamine con el sobrenombre de los caballeros del punto jijo, aludiendo á que se proponían determinar con fijeza la magnitud y figura de la tierra. Un pedante, creyendo que los cuatro comisionados tenían facultad para alejar de Lina cuanto quisiesen la línea equinoccial, se echó á murmurar entre el pueblo ignorante contra el virrey marqués de Villagarcía, acusándolo de tacaño y menguado; pues por ahorrar un gasto de quince ó veinte mil pesos que pudiera costar la obra, consentía en que la línea equinoccial se quedase como se estaba y los vecinos expuestos á sufrir los recios calores del verano. Trabajillo parece que costó convencer al populacho de que aquel charlatán ensartaba disparates. Así lo refiero el autor anónimo del ya citado manuscrito.

Después de nueve años y medio de gobierno, y cuando menos lo esperaba, fué el virrey desairosamente relevado con el futuro conde de Superunda en julio de 1745. Este agravio afectó tanto al anciano marqués de Villagarcía, que regresando para España, á bordo del navío Héctor, murió en el mar, en la costa patagónica, en diciembre del mismo año.

III

Lucas de Valladolid era un mestizo, de la ciudad de Huamanga, que ejercía on Lima el oficio de platero. Obra de sus manos eran las mejores alhajas que á la sazón se fabricaban. Pero el maestro Lucas picaba do