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Ricardo Palma

A las siete de la noche la calle de la Pescadería estaba tan repleta de gente que, como se dice, no había donde echar un grano de trigo.

Era la hora en que la comunidad de los padres dominicos, trayendo el estandarte de San Pedro Armengol, debía venir á la capilla de la cárcel de corte y cantar los credos á los sentenciados, quienes, según costumbre, tenían que oir el canto llano tendidos sobre unas bayetas negras. Para asistir á esa especie de funeral anticipado y contemplar de cerca á los desventurados reos, llovían los empeños á los oidores y cabildantes, y las más lindas muchachas eran las nás afanosas por oir los fatídicos credos. Pero aquella noche se quedaron con los crespos hechos, y dadas las diez, tuvieIron que retirarse de la capilla con el avinagrado gesto de quien va al teatro y se encuentra con que no hay función por enfermedad de la dama ó del tenor.

Los dominicos no se presentaron en la cárcel, y no faltó quien murmurase por lo bajo que esto era burlarse del respetable público.

Frey Francisco Gil trigésimo quinto virrey del Perú La verdad era que la ejecución se aplazaba porque acababa de morir Grano de Oro, importantísimo personaje cuyo fallecimiento bastaba para entorpecer la marcha de la justicia.

—Pero, señor, ¿quién es Grano de Oro? ¡Yo exijo que me presento usted á Grano de Oro! : Yo quiero conocer á Grano de Oro! ¡Que me traigan á Grano de Oro!— Calma, lectores míos, que un cronista no es saco de nueces para vaciarse de golpe, y como quien toma aliento, conviene abrir aquí un paréntesis para borronear un par de carillas sobre historia.

II

Bajo tristes auspicios entró en Lima el 25 de marzo de 1790 el excelentísimo Sr. bailío D. frey Francisco Gil de Taboada, Lemus y Villamarín, natural de Galicia, caballero gran cruz de la sagrada religión de San