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Tradiciones peruanas

Juan, comendador del puente Orvigo, del Consejo de su majestad y teniente general de la real arinada. El pueblo se hallaba dolorosamente impresionado porque en la noche del lunes 22 de marzo un horroroso incendio había destruído la iglesia parroquial de Santa Ana, cuya reedificación se terminó en los primeros años de este siglo.

Humeantes aún los escombros del templo, mal podían los ánimos estar bien dispuestos para agasajar al nuevo virrey, que acababa de servir igual cargo en Nueva Granada, La administración del bailio Gil y Lemus, trigésimo quinto virrey, fué fecundisima en bienes para el Perú. El comercio prosperó infinito, pues en sus cinco años de mando la importación alcanzó á veintinueve millones y la exportación subió á treinta y dos millones.

El vecindario de Lima envió á España en diversos donativos voluntarios (?) crecidas sumas para hacer la guerra á los terroristas de la república francesa, y los galcones llevaron para el real tesoro más de cinco millones de pesos.

Gil y Lemus mandó practicar un escrupuloso censo de Lima, que dió por resultado contarse en el área que circundaban las murallas 52.627 habitantes distribuídos en 3.941 casas.

Pero la inejor página del gobierno de este virrey la forma el entusiasta apoyo que prestó á las letras. En 1.º de octubre de 1792 salía á luz bajo el título de Diario erudito la primera hoja de este carácter que lemos tenido, y poco tiempo después se fundaba el famoso Mercurio peruano. En 1793 D. Hipólito Unanue, costeando el Estado la impresión, daba á la estampa la Guía de forasteros, que continuó en los años siguientes, libros llenos de curiosos datos, muy apreciados hoy por los que nos consagramos al estudio de los tiempos coloniales. El poeta de las adivinanzas, D. Esteban de Terralla y Landa, colaboraba activamente en el Diario de Lima; y el padre Diego Cisneros (que dió su nombre á la calle llamada hoy del padre Jerónimo), ilustradísimo saccrdote español, desterrado de Madrid por lo avanzado de sus ideas políticas, daba á conocer en un pequeño círculo de amigos íntimos las obras de los enciclopedistas. El padre jeronimita sembraba la semnilla que un cuarto de siglo más tarde dió por fruto la República. Los padres Narciso Girval y Barceló y Manuel Sobreviela, evangélicos misioneros, enviaron al Mercurio peruano notables descripciones y mapas importantes de las montañas. En nuestra época son estos trabajos consultados con avidez, siempre que se pone en el tapete alguna cuestión de límites.

Llamado por Carlos IV, Gil y Lemus abandonó Lima el 2 de octubre de 1796, habiendo pocos meses antes entregado el mando á O'Higgins. Llegado á España, lo nombró el rey tninistro de Estado, creemos que en el