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Ricardo Palma

Pues entonces, ¿por qué no heriste sin compasión? ¿Por qué no le diste muerte de traidor? Mátale, hermano! ;Mátale!

IV ¡DIOS DIRÁ!

Siete horas después, y cuando el alba empezaba á colorar el horizonte, un hombre descendía con auxilio de una escala de seda del balcón que en la calle de Jesús Nazareno y sobre la tienda de maese Ibirijuitanga habitaba Transverberación. Colocaba ya el pie sobre el último peldaño, cuando saltó sobre él un embozado, é hiriéndole por la espalda con un puñal, murmuró al oído de su víctima:

—¡Dios dirá!

El escalador cayó desplomado. Había muerto á traición y con muerte de traidor.

Al mismo tiempo oyóse un grito desesperado en el balcón, y la dudosa luz del crepúsculo guió al asesino, que se alejó á buen paso.

V CONSECUENCIAS Quince días más tarde se elevaba una horca en la plaza de Lima. La Real Audiencia no se había andado con pies de plomo, y á guisa de aquel alcalde de casa y corte que previno á sus alguaciles que, cuando no pudiesen haber á mano al delincuente, metiesen en chirona al primer prójimo que encontrasen por el camino, había condenado á hacer zapatetas en el aire al desdichado barbero. Para los jueces el negocio estaba tan claro que más no podía serlo. Constaba de autos que la víctima había sido parroquiano del rapista, y que la vispera de su muerte le prestó oportuno socorro contra varios malsínes. Esto era ya un hilo para el tribunal. Una escala al pie del balcón de la tienda no podía haber caídlo de las nubes, sobre todo cuando Ibirijuitanga tenía sobrina casalora á quien el lance había entontecido. Una muchacha no se vuelve loca tan á humo de pajas. Atemos cabos, se dijeron los oidores, y tejamos cáñamo para la horca; pues importa un ardite que el redomado y socarrón barbero permanezca rehacio en negar, aun en el tormento, su participación en el crimen, Además, las viejas de cuatro cuadras i la redonda declaraban que maese Ibirijuitanga era hombre que les daba tirria, porque sabía hacer mal de ojo, y las doncellas feas y sin noviazgo, que si Dios no lo remediaba serían enterradas con palma, afirmaban con juramento que Transverberación era una mozuela descocada, que andaba á picos pardos con los