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Tradiciones peruanas

mancebos de la vecindad, y que se emperejilaba los sábados para asistir con su tío, montada en una caña de escoba, al aquelarre de las brujas.

Los incidentes del proceso eran la comidilla obligada de las tertulias.

Las mujeres pedían un encierro perpetuo para la escandalosa sobrina y los hombres la horca para el taimado barbero.

La Audiencia dijo entonces: «Serán usarcedes servidos;» y aunque Ibirijuitanga puso el grito en el cielo, protestando su inocencia, le contestó el verdugo: «¡Calle el vocinglero y déjese despabilar!» A la hora misma en que la cuerda apretaba la garganta del pobre diablo y que Transverberación era sepultada en un encierro, las campanas del monasterio de la Concepción, fundado pocos años antes por una cuñada del conquistador Francisco Pizarro, anunciaban que había tomado el velo doña Engracia de Toledo, prometida del infortunado D. Martín.

¡Justicia de los hombres! ¡No en vano te pintan ciega!

Concluyamos:

El virrey murió en Lima el ó de marzo de 1606, siete días antes que el santo arzobispo Toribio de Mogrovejo.

El barbero finó en la horca.

La sobrina romató por perder el poco ó mucho juicio con que vino al mundo.

Doña Engracia profesó al cabo: diz que con el andar del tiempo alcanzó á abadesa, y que murió tan devotamente como cumplía á una cristiana vieja.

En cuanto a su hermano, desapareció un día de Lima, y.....

¡Cristo con todos! Dios te guarde, lector.

VI EN OLOR DE SANTIDAD De seguro que vendrían á muchos de mis lectores pujamientos de confirmarme por el más valiente zureidor de mentiras que ha nacido de madre, si no echase mano de éste y del siguiente capítulo para dar á mi relación un carácter histórico, apoyándome en el testimonio de algu nos cronistas de Indias. Pero no es en Lima donde ha de desenlazarse esta conseja; y el curioso que anhele conocerla hasta el fin, tiene que trasladarse conmigo, en alas del pensamiento, á la villa imperial del Potosi. No se dirá que en los días de mi asendereada vida de narrador dejé colgado un personaje entre cielo y tierra, como diz que se hallan San Hinojo y el alma de Garibay.

Potosí en el siglo XVI era el punto de América adonde afluían de preferencia todos aquellos que soñaban improvisar fabulosa fortuna. Descubierto su rico mineral en enero de 1538 por un indio llamado Gualpa,