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EULALIA

Solo y triste, yo vivía en un mundo de lamentos ;
Lago fúnebre era mi alma con mis hoscos pensamientos,
Hasta encontrar en Eulalia, en la dulce, bella Eulalia
Tímida y gentil esposa —
Hasta encontraren la joven, en la dulce, rubia Eulalia
Tímida y sonriente esposa.

Menos brillan las estrellas, por las noches, en el cielo,
Que los ojos de la dulce niña cándida y sin duelo!
Y ninguna de las leves nubecillas — ah! ninguna! —
Que el vapor forma con rayos opalinos de la luna,
Compararse puede al rizo que resbala por la frente
De la dulce, hermosa Eulalia —
Con el más humilde rizo que desata negligente
La modesta, dulce Eulalia.