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Hormiguero febril de hombres y bestias
Que rápidas sepultan las edades—
Oyó ascender los pérfidos hosannas,
El canto de los reyes, los clamores
De los pueblos en cruz, y del incendio,
Lejanos y profundos estertores.
El lúgubre concierto de los males,
Antiguo como el mundo, y más ardiente,
Y más encarnizado que sus odios,
Cruzó del inmortal bajo la frente.
Evocando sus glorias fugitivas
Abismóse en los tiempos insondables,
Y al medir el horror de su destino
Temblaron sus entrañas formidables.
Y los brazos torciendo enfurecido
El soñador, la víctima primera,
Gritó por el espacio sin medida
Do el turbión de los soles reverbera:
—Van los días monótomos cayendo
En la honda eternidad de mi amargura: