Y observando el arúspice tu rito,
Víctima inescrutable á ojos profanos
Abre, y en ella el porvenir ve escrito.
Por ti jamás engaña á los Romanos
La Sibila, que traza del destino
En exámetro verso los arcanos.
Permite que tus libros Mesalino
También desvuelva, y á leer aprenda
El recóndito canto sibilino.
A Eneas, la Sibila, amiga senda
Mostró, cuando á su padre y á sus Lares
Salvos sacaba de la llama horrenda;
Y aun de Roma le habló, cuando á los mares
Lanzándose, los ojos revolvía
Y contemplaba arder muros y altares.
En aquel tiempo Rómulo no había
Fundado la ciudad de que su hermano
Remo jamás habitador sería.
Vacas pacían el herboso llano
Que hoy cubren moles; choza fué mezquina
Lo que hoy de Jove esplendoroso fano.
Rociado en leche, á sombras de una encina
Guarecíase Pan, y hecha en madera
Por rústico escultor, Pales divina.
Canora flauta, de con blanda cera
Desiguales cañutos en contino
Descenso unidos van, entonces era
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HISTÓRICAS, MITOLÓGICAS Y GUERRERAS