¡Al campo, hijos de España! Al campo vuestra Diosa
Os llama—aquella antigua gentil Caballería:
Al aire de su casco no da la pluma airosa,
La formidable lanza no blande cual solía.
Hoy vuela en nubes de humo de ardiente artillería;
Con el tronar del bronce repite "¡España, cierra!"
"¡Cierra, España!" repite clamando noche y día.
¿Será más débil hoy que cuando guerra
Apellidó en las costas de la andaluza tierra?
¿No escucháis los bufidos de bélicos corceles,
Y el choque y el estruendo? ¿No veis bajo la hoja
Del sable cuál sucumben vuestros hermanos fieles,
Y cómo ya en arroyos su sangre el campo moja?
¡Volad á socorrerles en su mortal congoja!
¡Oh, guerra á los tiranos, y guerra á los sayones!
Encendiendo la Muerte su llamarada roja
Postra á cada explosión mil campeones;
Bate el Furor la tierra, y tiemblan las Naciones.
¡Hé allí el Gigante armado sobre los montes! Muestra
De su melena en sangre cuajados los manojos,
Y mortíferos dardos en la terrible diestra.
Inquietos en sus órbitas revuelve ora los ojos,
Que abrasan donde miran—ya allá los clava, rojos.
Destrucción vigilante sus pies de bronce halaga.
Hoy lidian tres naciones para acopiar despojos
Empapados en sangre ante la aciaga
Deidad, que pide sangre y en su vapor se embriaga.
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ESPAÑA EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
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