Asististe al festín condescendiente
Y brindaste con fácil alegría;
Quizás allí, negándome, impudente,
Tu boca de mi nombre mofa hacía;
Y al que dejó tu casa en hora triste,
Con halagüeño rostro sonreíste.
¡Goza la reconquista vil que has hecho!
¡Para esto yo rogaba al cielo santo,
Cuando, agobiado de dolor tu pecho,
Ya te aguardaba el reino del espanto,
Y amigos fieles cerca de tu lecho
Velábamos, vertiendo acerbo llanto!
¿En el trance cruel, viste, traidora,
A ése á quien das tu corazón ahora?
¿Qué fuera ya, si de país lejano
La vuelta retardado hubiese lento,
O me clavase en medio al Oceano
Lúgubre ausencia de propicio viento?
Siempre armada te hallara de tirano
Desdén, ó de ingenioso fingimiento.
¡Sois varias del amor en los altares
Aun más que hoja en el bosque, ola en los mares!
Mas pues ella lo manda, ella lo quiere,
Cedo, y mi rumbo solitario sigo.
¡Vosotros, condolidos de quien muere,
Acelerad, Amores, el castigo:
Aguzad más el dardo que me hiere.
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AMATORIAS Y ELEGIACAS