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Ayax

oh prados de la ribera, largo tiempo, largo tiempo me habéis retenido delante de Troya, pero no me veréis en adelante respirando la vida! ¡Que quien lo oye lo sepa! ¡Oh cercanas ondas del Escamandro, benévolas para los argivos, no veréis más á este hombre. lo digo con orgullo, que no ha sido igualado por ninguno de los que han venido de la tierra helénica á Troya! ¡En cuanto á él, ahora yace deshonrado en tierra!

Estás acechado por males tan terribles que no sé si debo contenerte ó dejarte hablar así.

¡Ay, ay! ¿Quién hubiera jamás pensado que mi nombre convendría así á mis males? Ahora, en efecto, ¿por qué no gritaré dos ó tres veces: ¡Ay! ¡Ay! sumido como estoy en semejantes males? Mi padre volvió en otro tiempo de esta misma tierra del Ida, habiendo obtenido los más altos premios de las más grandes acciones guerreras y la más ilustre gloria; y yo, su hijo, que he venido á esta misma Troya con no menor denuedo y que he llevado á cabo acciones igualmente grandes, muero deshonrado entre los argivos. Pero, al menos, tengo por cierto que si Aquileo vivo hubiese discernido sus armas á quien hubiera alcanzado la palma del valor, ninguno las habría tenido mejor que yo. Ahora, por sus astucias, los Atreidas las han entregado, con menosprecio de mis gloriosas acciones, á un hombre sutil é impío.

Y si estos ojos y este espíritu turbado no me hubieran desviado de lo que había resuelto, no podrían en lo sucesivo pronunciar un juicio semejante contra nadie. Pero la hija imponente y no domada de Zeus me ha alucinado, cuando alzaba la mano sobre ellos, y me ha enviado una demencia furiosa que ha hecho que haya manchado mis manos con la sangre de estos animales. Y ahora, habiendo escapado de mí contra mi voluntad, se burlan de mí; pero, cuando un dios lo quiere, el cobarde escapa del más valiente. ¿Qué es preciso, pues, que haga? Soy evidentemente detestado por los Dioses, el ejército de los helenos me aborrece, y soy odioso á Troya entera y á este país. ¿Atravesaré el mar Egeo, volviendo á mi morada, abandonando esta estación de naves y dejando á los Atreidas? Pero ¿con qué cara me presentaré á mi padre Telamón? ¿Cómo sostendrá la vista del que vuelve