Página:Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920).pdf/114

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
110
Miguel de Unamuno

a mi padre su tesoro, y que no pueda venderlo! ¡No quiero ser vendida: quiero ser robada! ¡Róbame!

Y se pusieron a concertar la huída.

Pero al siguiente día, el fijado para la fuga, y cuando Julia tenia preparado su hatito de ropa, y hasta avisado secretamente el coche, Enrique no compareció.

Cobarde, más que cobardel ¡Vil, más que vill se decía la pobre Julia, echada sobre la cama y mordiendo de rabia la almohada—. ¡Y decía quererme! No, no me quería a mí; quería mi hermosura. ¡Y ni estof Lo que quería es jactarse ante toda Renada de que yo, Julia Yáñez, nada menos que yol, le había aceptado por novio. Y ahora irá diciendo cómo le propuse la fuga. ¡Vil, vil, vill ¡Vil como mi padre; vil como hombrel» Y cayó en inayor desesperación.

—Ya veo, hija mía—le dijo su madre, que eso ha acabado, y doy gracias a Dios por ello. Pero mira, tiene razón tu padre: si sigues así, no harás más que desacreditarte.

—Si sigo cómo?

—Así, admitiendo al primero que te solicite. Adquirirás fama de coqueta y...

—Y mejor, madre, mejor. Así acudirán más. Sobre todo, mientras no pierda lo que Dios me ha dado.

—Ay, ayl De la casta de tu padre, hija.

Y, en efecto, poco después admitia a otro pretendiente a novio. Al cual le hizo las mismas confiden-