Página:Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920).pdf/149

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
145
Nada menos que todo un hombre

que no te casaste conmigo nada más que por vanidad, por jactancia, por exhibirme, por envanecerte con mi hermosura, por...

—¡Bueno, bueno; ésas son novelerías! ¿Por qué no soy hombre?, —Ya sé que no me quieres...

— Ya te he dicho cien veces que eso de querer y no querer, y amor, y todas esas andróminas, son conversaciones de te condal o danzante.

—Ya sé que no me quieres...

—Bueno, y qué más...?

—Pero eso de que consientas que el conde, el michino, como tú le llamas, entre aquí a todas horas...

—Quien lo consiente eres túl —¿Pues no he de consentirio, si es mi amante? Ya lo has oído, mi amante. El michino es mi amante!

Alejandro permanecía impasible mirando a su mujer. Y ésta, que esperaba un estallido del hombre, exaltándose aún más, gritó:

—¿Y qué? ¿No me matas ahora como a la otra?

—Ni es verdad que maté a la otra, ni es verdad que el michino sea tu amante. Estás mintiendo para provocarme. Quieres convertirme en un Otelo. Y mi casa no es teatro. Y si sigues así, va a acabar todo ello en volverte loca y en que tengamos que encerrarte.

—Loca? ¿Loca yo?

—¡De remate! ¡Llegarse a creer que tiene un amante!

TRES NOVELAS IO