INICIATIVAS FEMENINAS 65
feministas, después de haber pedido la deroga- ción de la ley de 1892 sobre el trabajo de las mu- jeres, han tomado alguna vez el acuerdo de recla- mar que el trabajo de la mujer y el del hombre sean protegidos por igual.
Ciertamente que no seríamos de los que pro- testasen contra una legislación protectora del tra- bajo del obrero; pero, aun á trueque de disgustar á las damas del feminismo, no podemos admitir que las obreras no se hallen necesitadas de una protección mucho más completa, eficaz y vigoro- sa que la ejercida sobre el trabajo del sexo fuerte. Los seres que, según una gráfica y pintoresca ex- presión, son “cunas vivientes de la Humanidad, , tienen derecho á una especial tutela, tanto en interés suyo como en interés de la sociedad.
Mas no se crea que todas las feministas se opo- nen á estas leyes protectoras dictadas en su fa- vor: tal oposición es frecuente en Francia, pero no en el extranjero, donde las obreras son las primeras en reclamar una legislación que venga en amparo de su debilidad para las rudas tareas del trabajo de las industrias.
Mme. J. H. Brunhes lo demuestra con mul- titud de datos (1), que no podemos reproducir, pero tampoco sustraernos al deseo de copiar al- gunos fragmentos de una página escrita por ma- demoiselle María de Vogelsang, una de las pri- meras figuras femeninas del catolicismo social en Austria.
“¿Necesita la obrera una protección especial? Responderé á esta pregunta con la cita de hechos más bien que con la exposición de una teoría. Hace cerca de cinco años se hizo en Viena una información sobre la condición de las obreras.
(1) V. Association catholique, 15 Marzo 1903, págs. 245, y siguientes.
Tomo 1 5
