100 CIENCIA Y ACCIÓN
al contrario, en poner á las jóvenes al corriente de las cuestiones del día: por ejemplo, extracto de los discursos pronunciados por los oradores cató- licos en el Congreso ó en el Senado en debates relativos á cuestiones religiosas ó económicas, ni en iniciarlas en la vida de la Iglesia, ni en el co- nocimiento de aquellas personalidades que en nuestra época se han significado en la defensa de las ideas cristianas y de los intereses populares. Estoy, pues, seguro, de que dos ó tres capítulos de Manning (del abate Lemire), de Ketteler (de Lionnet) ó de los Catholiques allemands (de Kan- nengieser) les interesarían en alto grado.
Acaso también reportaría alguna utilidad, al menos en ciertas regiones industriales, formar con jóvenes inteligentes y de buena voluntad pequeños grupos ó secciones de estudio donde se examinaran las cuestiones de economía social que apasionan hoy a las clases populares (1). Las jóvenes, lo mismo que los jóvenes, necesitan instruirse sobre las cuestiones palpitantes de las cuales oyen hablar en el taller, en la fábrica, y aun en la misma familia, estando por lo general lo que se dice delante de ellos bien lejos de la realidad. ¿Cómo no ha de ser ventajoso poner- los en condiciones de rectificar esos errores? Re- cordemos siempre este pensamiento del abate de Tourville: “No sólo se hace el bien remediando las necesidades físicas: así lo creen muchos, y por eso la vida del espíritu queda casi sin auxilio, cuando es en ella donde puede decirse que está el mal presente.,,
(1) En algunas de estas agrupaciones femeninas existen grupos de estudios análogos á los establecidos para los jóve- nes. En Limoges existe un Instituto popular femenino. (V. Al- manach du Sillon para 1905, pág. 8) y 90.—V. más adelante lo que decimos acerca del Rayon y de otras agrupaciones de jóvenes.)
