Página:UMA Luisi Mujer Democracia.djvu/23

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amorosos a las tiernas triaturas desde los cinco años, para regimentarlas en batallones de pequeños nazis o balilas,— como lo vieron mis ojos en Italia— ¡Niños de cinco años cargando el fusil y la mochila!

Desviemos los ojos de esta deseperante visión, obra de la anti-democracia, ahora que, royendo nuestros pu- ños dolorosamente impotenes, presenciamos cómo ha he- rido de muerte a la que fuera modelo para todas las de- mocracias, Chocoslovaquia ¡desmembrada en su territo- rio y aniquilada en su economía!

Habría querido callar este hecho inaudito y humillante para la cultura humana, si no tuviera una repercusión mayor aún que la destrucción de una nación modelo: las desgraciadas circunstancias e inexplicables compli- caciones que la han acompañado tendrán proyecciones cuya magnitud no alcanzamos aún a valorar, destruyen- do el organismo, imperfecto cierto es, pero que habría podido mejorarse, y que creíamos llamados a asegurar la paz entre los pueblos: la Sociedad de Naciones!

Las organizaciones femeninas internacionales no se habían conformado ciertamente con la redacción plató- nica del artículo 7 del Pacto. Venían trabajando en ca- da país para hacerlo efectivo y presionando a los go- biernos respectivos para su observancia,

Y año por año, podía verse en Ginebra que las dele- gaciones de las distintas comisiones, asambleas, confe- rencias, iban aumentando en contingentes femeninos, sea como delegadas en pleno, el caso se dió con Dina- marca, Estados Unidos, Suecia, Noruega y Uruguay; sea como adjuntas o como técnicas, Así en 1922, en la Tercera Conferencia del Trabajo éramos solamen- te dos las mujeres delegadas representando nuestros gobiernos, las delegadas de Noruega y del Uruguay, mientras que en estos últimos años, las Conferencias del Trabajo tenían numerosas mujeres en su seno.