tuación desde el punto de vista civil, político y econó- mico o del trabajo.
Consiguió la Comisión Femenina interesar en el asun- to a Gobiernos y Delegados, después de ímprobo tra- bajo, logrando que, finalmente, llegara a la orden del día de la Asamblea de la Liga, en 1935, el Estatuto de la Mujer.
Su introducción fué el resultado de una petición he- cha a la Asamblea anterior de 1934 por delegados de 10 países americanos, a saber: Argentina, Bolivia, Cuba, República Dominicana, Haití, Honduras, México, Pa- namá, Perú y Uruguay.
Y mientras las mujeres americanas del National Wo- man's Party organizaban un Equal Rights con carácter internacional presidido por Alice Paul y lograban esta primera victoria, tomando como fundamento los pro- blemas de nacionalidad y de paz; otro grupo, que dirige admirablemente Doris Stevens, se infiltraba en la Unión Pan Americana, y conseguía la creación de la Comisión Interamericana de Mujeres, que llevando a puerto feliz el trabajo iniciado en conferencias anteriores, lograba que cuatro países, Uruguay, Paraguay, Ecuador y Cuba firmaran en 1933, eon motivo de la 7? Conferencia Pan Americana, el tratado que se llamó de Montevideo o de “Derechos iguales”, cuyo artículo fundamental dice:
“Los Estados contratantes convienen en que a partir de la ratificación de este Tratado los hombres y las mu- jeres tendrán derechos iguales en todo el territorio so- metido a sus respectivas jurisdicciones.”
Largo tiempo de preparación necesitó esta victoria ! En 1929 encontrándonos en Berlín me invitó a una conversación Doris Steves para interesarme en el asun- to, y luego de darme su palabra de que todos los miem- bros de la Comisión tenían una posición absolutamente
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