que caían en eso, desesperanzadas por no haber podido enganchar alguno...
No poco ruido levantaron unos artículos publicados en un gran rotativo argentino por el Ministro Plenipo- tenciario del Uruguay en ésta, combatiendo nuestras primeras jornadas y pérfidamente titulado “Feminismo o machonismo?...”
No es pués de eriticar, sino por el contrario de admi- rar y de agradecer la marcha prudente y difícil de las latinas especialmente, que no querían de ninguna ma- nera caer en los excesos, —en ellas inexplicables, pero muy justificados en las inglesas— de aquellas terribles sufraggettes encabezadas por Mrs, Pankurt. Sin em- bargo, años después, debieron las mujeres inglesas a su labor y a su energía el reconocimiento de sus dere- chos ciudadanos, Hoy en el corazón de Londres, la mu- jer inglesa ha elevado un monumento a aquella gran luchadora cuyos métodos de acción levantaron enormes resistencias, pero que surtieron efecto: métodos drás- ticos, inaceptables y contraproducentes en nuestros paí- ses íbero-latinos: otros pueblos, otras costumbres, otros métodos.
En divergencia con la actitud antifeminista del Con- sejo de Mujeres, las Universitarias Argentinas, separán- dose de aquél, organizaron también en 1910 un Con- greso Femenino Internacional, cuya presidencia se con- fió a la primera mujer universitaria, Cecilia Grierson.
Este Congreso ha sido, al entender del historiador, el punto de arranque del movimiento organizado emanci- pador de la mujer argentina, aunque fué precedido por las valientes agrupaciones que lo organizaron,
Hay que cotejar los volúmenes conteniendo los tra- bajos de ambos Congresos realizados en 1910, para sacar luminosas conclusiones.
Allí se trataron con altura temas candentes entonces, y que aún lo son todavía para muchos, como el aboli-
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