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La matan.

Es la manera de conjurar el espíritu maligno.

Las pobres viejas sufren extraordinariamente por esta causa.

Cuando no están sentenciadas, andan por sentenciarlas.

Basta que en el toldo donde vive una suceda algo, que se enferme un indio, ó se muera un caballo; la vieja tiene la culpa, le ha hecho daño. Gualicho no se irá de la casa hasta que la infeliz no muera.

Estos sacrificios no se hacen públicamente, ni con ceremonias. El indio que tiene dominio sobre la vieja la inmola á la sordina.

En cuanto á los muertos, tienen por ellos el más profundo respeto. Una sepultura es lo más sagrado. No hay herejía comparable al hecho de desenterrar un cadáver.

Como los hindúes, los egipcios y los pitagóricos, creen en la metempsícosis, que el alma abandona la carne después de la muerte, transmigrando en un tiempo más o menos largo á otros países y dándole vida á otros cuerpos racionales ó irracionales.

Los ricos resucitan generalmente al Sur del Río Negro, y de allí han de volver, aunque no hay memoria de que hasta ahora haya vuelto ninguno.

Por esta razón los entierran junto con el mejor caballo y las prendas de plata más valiosas que tuvieron; y alrededor de la sepultura les sacrifican caballos, vacas, yeguas, cabras y ovejas, según la riqueza que dejan, ó la que poseen sus deudos ó amigos.

El caballo y las prendas enterradas son para que tengan en qué andar en la tierra esa, donde deben resucitar; los demás animales son para que tengan qué comer durante el viaje de ida y vuelta.

Las mujeres también resucitan, no se crea que no.

UNA EXCURSIÓN 3.—TOMO II