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dad, tuvo la barbarie de hacer un sacrificio humano en holocausto á un miembro de su familia.

Referiré el hecho.

Bargas, es un bandido cordobés, vive en Tierra Adentro, no sé por qué crímenes, está casado con varias mujeres y su vida es la de un indio, por a› decir peor.

Murió uno de sus hijos. Pues bien, este malvado, fingiendo que participaba de la preocupación vulgar, de la creencia que hace enterrar al muerto con su caballo de predilección, para que en la tierra donde resucite tenga en qué andar, le inmoló á su hijo un cautivito de ocho años, enterrándole vivo con él, para que tuviese quien le sirviera de peón.

Por lo que dejo relatado, se ve que los cautivos son considerados entre los indios como cosas.

Calcúlese cuál será su condición.

La más triste y desgraciada.

Lo mismo es el adulto que el adolescente, el niño que la niña, el blanco que el negro; todos son iguales los primeros tiempos, hasta que inspirando confianza plena se hacen querer.

Con rarísimas excepciones. los primeros tiempos que pasan entre los bárbaros son una verdadera via crucis de mortificaciones y dolores.

Deben lavar, cocinar, cortar leña en el bosque con las manos, hacer corrales, domar los potros, cuidar los ganados y servir de instrumento para los placeres brutales de la concupiscencia.

¡Ay de los que se resisten!

Los matan á azotes ó á balazos.

La humildad y la resignación es el único recurso que les queda.

Y, sin embargo, yo he conocido mujeres heroicas.