Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo II (1909).djvu/64

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 60 —

—Eso no vendiendo—me contestó, llevando á la Jun ta como cristiano.

—Entonces dando la libra esterlina—le dije.

—Yo indio pobre, vos cristiano rico—repuso.

Y junto con la contestación se guardó la libra, de jándome con un palmo de narices.

Todos los circunstantes festejaron con risotadas espontáneas la treta del indio.

Mi compadre Baigorrita, me dijo: Viejo diablo, ¿eh?

Tuve que amoidarme á las circunstancias y que declararme neófito en materia de escamoteos.

Las visitas se fueron retirando poco á poco.

Yo estaba cansado, y por ciertas razones tenía necesidad de mudarme la ropa.

Salí sin ceremonia del toldo.

Había mucha gente afuera, charlando alegremente con los de mi comitiva, al mismo tiempo que le daban un avance á una parva de algarroba. Había dos cosechas para el invierno.

Tenía hambre.

Llamé á Juan de Dios San Martín, el chilenito, lo mismo que si hubiera estado en la estancia del amigo más íntimo, le dije: Dile á mi compadre que me haga carnear una res para la gente.

Se fué, y al punto volvió diciéndome que ya la traían.

Con efecto, un iato después, dos indios traían una vaca enlazada.

La carnearon las chinas, entregándole la mayor parte á mi gente.

El fogón estaba pronto ya.

No queriendo pernoctar en el toldo de mi compadre, acampé al raso.

La tarde se acercaba.