Me costó conseguir que lo aceptaran; pero instando conseguí que se sentaran.
Lo hicieron poniendo cada cual su sombrero en el suelo al lado de la silla.
Agacharon todos la cabeza.
Inicié la conferencia con ciertas preguntas como:¿Cómo te llamas, de dónde eres, en qué trabajas, has sido soldado, cuántas muertes has hecho?
Y luego que la confianza se estableció, proseguí :
—Conque quieren ustedes conchabarse?
—Como usía quiera—contestó el Cautivo, con esa tonada cordobesa, que consiste en un pequeño secreto, (como lo puede ver el curioso lector ó lectora) en cargar la pronunciación sobre las letras acentuadas y prolongar lo más posible la vocal ó primera sílaba.
En haciendo esto ya es uno cordobés. No hay más que ensayarlo.
—Ustedes son hombres gauchos, por supuesto.
—¿Cómo no, señor?
—¿Entienden de todo trabajo?
—De cuanto quiera.
—¿Y cuánto ganan?
—A según usía.
Ganan más de ocho pesos mensuales?
—No, señor.
—Pues yo les voy á pagar diez; les voy á dar comida, ropa y caballos.
—Como usía guste.
—Sí; pero es que yo los conchabo para robar.
Y cómo ha de ser, pues?
—Iremos ánde nos mande—dijeron varios á una.
Hum! Y se animarán?
—Y cómo no, señor usía.
—Bueno; es para robarles á los indios.
¡Nadie contestó!