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Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/111

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cho y sigue haciendo la empresa del Gran Central Ar gentino.

Estos campos son mejores que aquéllos.

Y si un ferrocarril, á más de las ventajas del terreno, de la línea recta, de las necesidades del presente y del porvenir, debe consultar la estrategia nacional, ¡qué trayecto mejor calculado para conquistar el desierto que el que indico?

La impaciencia patriótica puede hacernos incurrir en grandes errores; el estudio paciente hará que no caigamos en la equivocación.

No puedo hablar como un sabio: hablo como un hombre observador. Tengo la carta de la República en 1₁ imaginación y me falta el teodolito y el compás.

Los peligros para el trabajo son más imaginarios que reales. Oportunamente podría ocuparme de este tópico. Por el momento me atreveré á avanzar, que yo con cien hombres armados y organizados de cierta manera, respondería de la vida y del éxito de los trabajadores.

Incito á meditar sobre este gran problema del comercio y de la civilización.

No he visto jamás en mis correrías por la India, por Africa, por Europa, por América, nada más solitario que estos montes del Cuero.

Leguas y leguas de árboles secos, abrasados por la quemazón; de cenizas que envueltas en la arena, se alzan al menor soplo de viento; cielo y tierra: he ahí el espectáculo.

Aquello entenebrecía el alma. Las cabalgaduras iban ya sedientas, Chamalcó estaba cerca.

Llegamos.

El peligro estrecha, vincula, confunde; la unión es un instinto del hombre en las horas solemnes de la vida.