Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/158

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De qué se trata ?

—Un momento contestó.

Tocaron marcha.

Bustos me dijo:

—Salude á los indios primero, amigo, después saludará al cacique.

Ya haciendo de cicerone, empezó la ceremonia por el primer indio del ala izquierda que había cerrado el círculo.

Consistía ésta en un fuerte apretón de manos, y en un grito, en una especie de hurrah dado por cada uno de los indios que iba saludando, en medio de un coro de otros gritos que no se interrumpían, articulados abriendo la boca y golpeándosela con la palma de la mano.

Los frailes, los pobres franciscanos, y todo el resto de mi comitiva hacían lo mismo.

Aquello era una batahola infernal.

¡Imagínate, Santiago amigo, cómo estarían mis muñecas después de haber dado unos doscientos cincuenta apretones de manos!

Terminado el saludo de la turbamulta, saludé al cacique, dándole un apretón de manos y un abrazón que recibió con visible desconfianza de una puñalada, pues, sacándome el cuerpo se echó sobre el anca del caballo.

El abrazo fué saludado con gritos, dianas y vítores al coronel Mansilla.

Yo contesté.

—¡Viva el cacique Ramón! ¡Viva el Presidente de la República! ¡Vivan los indios argentinos !

Y el círculo de jinetes y de lanzas se quebró en todas partes, desparramándose los indios al son de las dianas que no cesaban, haciendo molinetes con las lanzas, dándose de pechadas los unos á los otros, cayendo