un caballo arisco, ó enseñando uno que ha robado en el último malón.
El indio vive sobre el caballo, como el pescador en su barca; su elemento es la Pampa, como el elemento de aquél es el mar.
¿Adónde va un indio que no ensille, que no salte en pelos? Al toldo vecino que dista cuadras? Irá á caballo. ¿Al arroyo, á la laguna, al jagüel, que están cerca de su misma morada? Irá á caballo. Todo puede faltar en el toldo de un indio. Será pobre como Adán.
Hay una cosa que jamás falta. De día, de noche, brille espléndido el sol ó llueva á cántaros, en el palenque hay siempre enfrenado y atado de la renda un caballo.
¡A horse! ¡A horse! ¡my kingdom for a horse!
Todo, todo cuanto tiene dará el indio en un momento crítico, por un caballo.
Mudábamos, tomando á mano.
Es una operación campestre entretenida, no haciéndola torpemente, es decir, enlazando.
Cada grupo de mi gente rodeaba su tropilla. La madrina estaba maneada. Los animales remolineaban á su alrededor. Entre varios tenían dos ó más lazos forando un círculo á manera de corral. Entraban en él, uno después de otro, por turno de numeración, los que il an á mudar. El encargado de la tropilla elegía un caballo de los menos sobados, lo designaba diciendo verbigracia—el obscuro overo, para el número 4; y el individuo determinado así, con el freno y el bozal en la siniestra, se acercaba á aquél con maña, con cuidado de no asustarlo, buscándole la vuelta, echándole de lejos sobre el lomo, si no era manso, la punta de la rienda ó del cabestro, á cuyo contacto se queda casi siempre quieto el manso y dócil corcel La operación de mudar tomando á lazo en el medio