vaba. ¿Se la dan? Pedirá azúcar. ¿Se la dan? Pedirá tabaco. ¿Se lo dan? Pedirá papel. Y mientras yan concediendo ó dando y habrá pedido lo que fué buscando que era aguardiente. El golpe de gracia viene entonces, pide por fin lo que más le interesa y si se lo niegan contestará: no dando lo más; pero dando aguardiente.
Esta táctica socarrona no la emplea el indio solamente en sus relaciones con los cristianos. Disimulado y desconfiado por carácter y por educación, así procede en todas las circunstancias de su vida. Tiene mil reservas en todo y mil cosas reservadas. No hay indio que no sea poseedor de uno ó unos cuantos secretos, sin importancia, quizá, pero que no descubrirá sino por interés. Este conoce él solo una laguna, aquél un médano, el otro una cañada; éste una hierba medicinal, aquél un pasto venenoso; el otro una senda extraviada por el bosque. Y así dicen, no como los cristianos:
—Yo conozco una laguna, una hierba, una senda que nadie conoce ; sino: Yo tengo una laguna, y una hierba, una senda que nadie conoce, que nadie ha visto, por donde nadie ha andado.
Decididamente, hoy estoy fatal para las digresiones.
Tomé el hilo más arriba y me apercibo que lo he vuelto á dejar. Para dejarlo del todo, me falta decir lo que es la conversación en junta.
Es un acto muy grave y muy solemne. Es una cosa muy parecida al parlamento de un pueblo libre, á nuestro congreso, por ejemplo. La civilización y la barbarie se dan la mano; la humanidad se salvará porque los extremos se tocan. Y por más que digan que los extremos son viciosos, yo sostengo que eso depende de la clase de extremos. Será malo, irritanteodioso ser en extremo avaro; pero ¿quién puede tachar á un caballero por ser en extremo generoso? Será u..a