Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/223

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hacérsela aun á aquellos mismos que se la niegan á ellos; sin embargo, todos los días veo gente desesperada por la calle, quejándose de que no hay justicia en la tierra.

Y hasta ahora les he oído decir, los que tienen y ganan pleitos: ¡Qué bien anda la justicia!

¡Los mismos abogados no hacen otra cosa que gritar contra la justicia!

Dos alegatos distintos de bien probado sobre lo mismo, ¿qué implican?

Yo creo en la caridad, y mientras tanto, todo el día oigo hablar mal del prójimo, y veo gente conducida al cementerio que no tiene tras de qué caerse muerta.

Yo creo en la religión; creo que el patriotismo, el honor, la probidad, el amor del prójimo son cuestiones de religión.

Mientras tanto, el otro día he leído en un libro italiano—estos italianos pierden la cabeza cuando se ocupan de religión,—que todas las religiones quieren hacerse ricas.

Yo creo en la Constitución y en las leyes; y un viejo muy lleno de experiencia que me suele dar consejos, me dice: todos gobiernan lo mismo, no es Rosas el que no puede.

Yo creo en el pueblo, y si mañana lo convocan á elecciones, resulta que no hay quién sufrague.

Yo creo en el libre albedrío, y todos los días veo gentes que se dejan llevar de las narices por otros; y mi noción de la responsabilidad humana se conmueve hasta en sus más sólidos fundamentos.

Como se ve, yo creo en una porción de cosas muy buenas, muy morales y muy útiles.

El pulpero de enfrente no cree ni entiende nada de eso.

Pero lo pasa bien.